jueves, 10 de noviembre de 2016

La diversidad hídrica, ... Apartado 6 de Selectividad. Las aguas y la red hidrográfica: Ud 3 (Primera PArte)

Ud 3.- (1ª parte) La diversidad hídrica, ...

Apartado 6 de Selectividad. Las aguas y la red hidrográfica:

Guión.

1.- Introducción: la diversidad hídrica en España.

1.1.- Los ríos peninsulares.

1.1.1.- Los factores de la diversidad fluvial.

1.2.- El agua de la España insular: Baleares y Canarias.

2.- Las cuencas fluviales y las vertientes hidrográficas.

3.- Los regímenes fluviales.

4.- Uso y aprovechamiento de las aguas.



1.- Introducción: La diversidad hídrica en España.

España cuenta con una destacada diversidad hídrica, que incluye aguas superficiales y subterráneas. Ambas pueden ser corrientes, como los ríos y arroyos; o estancadas, como los lagos y humedales. La rama de la geografía dedicada al estudio de las aguas es la hidrografía.

1.1.- Los ríos peninsulares.

Un río es una corriente continua de agua que discurre por un cauce. En la Península, los ríos desembocan habitualmente en el mar o en otros río, si se trata de afluentes.

1.1.1.- Factores de la diversidad fluvial.

Los ríos peninsulares están condicionados por diversos factores que influyen en la organización de cuencas y vertientes hidrográficas y en el caudal.

El relieve y la topografía influyen en la organización de las cuencas y las vertienes hidrográficas, que se separan por unidades de relieve. En la erosión de los ríos, que aumenta con la inclinación del terreno. En el régimen fluvial, dado que la altura determina la aportación o no de la precipitación nival. Y en las obras hidraúlicas, como los embalses, que se ven favorecidas por la topografía abrupta, aunque por esta misma razón, su contrucción resulta cara.

El roquedo más o menos permeable determina la escorrentía, es decir, la circulación superficial o subterránea del agua.

El clima tiene una gran influencia. Las precipitaciones determinan el caudal de los ríos y sus variaciones a lo largo del año. Las temperaturas inciden en la mayor o menor evaporación del agua.


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La vegetación amionora la evaporación al dar sombra; reduce la erosión al frenar la fuerza del agua; y disminuye el riesgo de inundaciones, al retrasar la incorporación del agua de precipitación al cauce fluvial.

La acción humana realiza obras, como los embalses, para el abastecimiento de agua, el suministro eléctrico y la regularidad del caudal, que modifican los regímenes fluviales naturales adaptándolos a las necesidades humanas.

1.2.- El agua en la España insular: Baleares y Canarias.

Baleares y Canarias carecen de ríos propiamente dichos. Poseen arroyos o corrientes de agua de escaso caudal, alimentados por manantiales. En Canarias, la sobreexplotación de los acuíferos ha supuesto que apenas existan arroyos permanentes en la actualidad. Los torrentes también son frecuentes en ambos archipiélagos.


2.- Las cuencas fluviales y las vertientes hidrográficas.

a.- La cuenca fluvial es el territorio que drena o evacúa sus aguas naturales a un río principal que las conduce hasta el mar.

Las cuencas fluviales peninsulares se caracterizan por estos rasgos:

Se encuentran separadas por divisorias de aguas, formadas por las cumbres de relieves montañosos que las delimitan. Estas cuencas son: cuencas del Cantábrico, Galicia-Costa, Miño-Sil, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Tinto-Odiel-Piedras, Guadalete-Barbate, cuencas internas de Cataluña, Ebro, Júcar, Segura y cuenca mediterránea andaluza.

Dentro de la cuenca, las aguas circulan por un cauce o lecho y forman una red organizada jerárquicamente, desde los subafluentes y los afluentes hasta llegar al río principal.


b.- Una vertiente hidrográfica es el conjunto de cuencas cuyas aguas vierten en el mismo mar. En la Península existe una gran disimetría entre las vertientes atlántica-cantábrica y mediterránea a causa de la inclinación de la Meseta hacia el oeste a partir del sistema Ibérico. Así, en la vertiente atlántica desemboca el 69% de los ríos peninsularres, y en la mediterránea, el 31% restante.

Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos, ya que nacen en montañas cercanas a la costa. Tienen gran fuerza erosiva, dado que salvan un gran desnivel entre su nacimiento y su desembocadura. Esta erosión sería aún mayor si las laderas de los relieves que atraviesan no estuvieran protegidas por la vegetación. Los ríos cantábricos son caudalosos y de régimen bastante regular gracias a la abundancia y a la constancia de las precipitaciones. Aprovechando estas circunstancias y la topografía abrupta, se han construido pantanos destinados a la producción hidroeléctrica.

Los ríos de la vertiente atlántica, excepto los de pequeñas cuencas gallegas y andaluza, son largos, al nacer cerca del Mediterráneo y desembocar en el Atlántico. Su fuerza erosiva es escasa, dado que discurren por llanuras en las que apenas se hunden, pero forman barrancos en los desniveles. Su caudal es abundante, dado que poseen numerosos afluentes pero su régimen es irregular. Presentan estiaje en verano coincidiendo con el mínimo de precipitación y crecidas con las lluvias de otoño y primavera.
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Los ríos de la vertiente mediterránea, excepto el Ebro, son cortos, dado que nacen en las montañas próximas al mar. Por este motivo erosionan violentamente las laderas deforestadas. Su caudal es escaso debido las reducidas precipitaciones y su régimen en muy irregular. Presentan acusado estiaje en verano (muy prolongado en los ríos más meridionales) y pueden sufrir crecidas catastróficas en otoño originadas por lluvias torrenciales. Como consecuencia, ha sido necesario construir embalses para regularizar su caudal y suminitrar agua a los núcleos de población.

En la vertiente mediterránea son también frecuentes los torrentes, cursos intermitentes que solo llevan agua cuando llueve. Gran parte del año sus cauces o ramblas permanecen secos.


3.- Los regímenes fluviales.

Para entender el concepto de régimen fluvial, previamente se debe explicar el de caudal. El caudal es la cantidad de agua que pasa en un segundo por un lugar dado del río. Se mide en m³/sg en estaciones de aforo instaladas en diversos puntos de su curso. El caudal relativo es la relación entre el caudal medio anual y la superifice de la cuenca y se expresa en l/s/km². El caudal experimenta variaciones.

A lo largo del recorrido del río, el tramo con mayor caudal suele ser la desembocadura, donde se acumulan las aportaciones de los diversos afluentes; excepto en los casos donde hay fuerte evaporación, infiltración, o un elevado consumo humano. En la Península, los ríos más caudalosos son el Duero, el Ebro y el Tajo.

A lo largo del tiempo, el caudal puede presentar irregularidad anual, con crecidas o estiajes, más o menos acusados, e irregularidad interanual. En la Península, los ríos más regulares son los de la vertiente cantábrica, y los más irregulares, los de la vertiente mediterránea.

El régimen fluvial es la variación estacional del caudal de un río. Depende de la distribución de las precipitaciones y de la importancia de la precipitación nival. En función de ambas se distinguen ríos con régimen nival, pluvial o mixto.

Los ríos con régimen nival nacen en la alta montaña, donde son frecuentes las nevadas. Su caudal máximo se da en la primavera, con el deshielo; y el mínimo en invierno, al quedar retenida la precipitación en forma de nieve o de hielo en las altas montañas.

Los ríos con régimen pluvial solo dependen de las precipitaciones. Por tanto, su caudal refleja los máximos y los mínimos de estas en cada zona climática.

Los ríos con régimen mixto pueden ser nivo-pluviales o pluvio-nivales, según predomina la influencia de la nieve o de las precipitaciones.










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d.- Uso y aprovechamiento de las aguas.

Uso, consumo, demanda del agua en España.

El consumo de agua en España se ha incrementado considerablemente en los últimos cuarenta años debido al incremento del número de Has en regadío, al desarrollo industrial y urbano, al crecimiento de áreas turísticas y a otros usos relacionados con los anteriores.

El uso del agua permite diferenciar entre usos consuntivos o consumidores de agua y los usos no consuntivos. Los usos consuntivos se reparten entre el regadío agrario, los hogares, los sectores económicos ya citados y explicados, con más detalle, a continuación. Los usos no consuntivos del agua son la pesca, la acuicultura, la producción hidroeléctrica, ocio naútico, etc.

La demanda de agua en España, que supera los 30.000 Hm3, sitúa nuestro consumo de agua por persona y día entre las tasas más altas del mundo (137 litros/habitante/día en 2012).. Se distribuye de la siguiente manera.

a.- La agricultura, con un 80%, aproximadamente, sobre el total, es el sector que consume más agua, ya que la desigual distribución de las precipitaciones hace necesario el regadío en muchos cultivos. Por CCAA es Andalucía la que más agua de regadío consume, con un 24% del total español. Gran parte de las obras hidraúlicas que hay en España, más de 1.300 pantanos, entre otras, se construyeron pensando en irrigar el mayor número de tierras. La agricultura de regadío tiene como reto ser más eficiente en el consumo de agua. Para ello se le recomienda, generalizar el sistema de riego por goteo.

b.- El abastecimiento urbano ocupa el segundo lugar con el 12% del total consumido. Se incluye en este apartado tanto el consumo de los hogares como el de los servicios urbanos, incluyendo las infraestructuras turísticas.

c.- La industria, que ocupa el tercer lugar, consume un 6,5% del total. El agua en la industria puede ser utilizada como refrigerante en las centrales térmicas y nucleares, en la producción de hidroeléctricidad, etc.

Para finalizar, mencionar también un uso ambiental y recreativo. Ríos, embalses y lagunas ofrecen varias posibilidades de recreo.





Aprovechamiento de los recursos hídricos.

Los recursos hídricos son la cantidad de agua disponible para el consumo humano. En España los recursos hídricos proceden sobre todo de las precipitaciones, que alimentan las aguas superficiales (67%) y los acuíferos (30%). Solo un pequeño porcentaje (3%) proviene de los recursos no convencionales, como la desalación del agua y la reutilización del agua depurada.

Del volumen total de las precipitaciones sobre España (aprox. 345.000 Hm3 anuales), sólo queda disponible un 32% debido a la fuerte evaporación, y de este volumen se aprovecha menos de la mitad.

Aunque esta cantidad es todavía superior a la demanda de agua, en nuestro balance hídrico (diferencia entre el agua disponible y la que se consume) existe un déficit anual, debido a una serie de problemas, que explicamos brevemente a continuación:
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a.- La irregular distribución de los recursos, consecuencia directa de la variedad climática del territorio español. Buena parte de los ríos españoles presentan una fuerte irregularidad estacional e interanual y una desigual distribución espacial. Este hecho determina la presencia de cuencas con claros excedentes (Duero, Tajo, Norte y Ebro), mientras que el déficit de agua se encuentran en las cuencas del Guadaquivir, Sur, Segura y Baleares, donde se producen restricciones de agua en los años secos.

b.- La irregular distribución de la demanda, que se concentra en el área de mayor dinamismo económico y demográfico: el arco mediterráneo, cuyos recursos son escasos.

c.- La insuficiencia de los embalses y las pérdidas de agua. Aunque España es ahora el páis con más embalses del mundo por habitante, no terminanos de gestionar adecuadamente este recurso. Así lo demuestran los más de 50.000 pozos ilegales, la pérdida de una quinta parte del agua urbana en redes obsoletas, el hecho de que solo depuramos la mitad de las aguas residuales urbanas, los vertidos industriales indiscriminados o la desaparición del 60% de los humedales. Las redes de agua españolas pierden el 35% de su contenido antes de llegar al grifo. Pero el mayor despilfarro, sin duda alguna, se produce en la agricultura, actividad que consume el 80% del total de agua consumida en nuestro país, y en la que aún predomina el “riego a manta” o por inundación.


El aprovechamiento de los recursos hídricos requiere realizar obras hidraúlicas, es decir, infraestructuras o instalaciones destinados a captarlos, almacernarlos, transportarlos y tratarlos. En España, algunos cuentan con una larga tradición histórica y otras son de desarrollo reciente.

a.- Las aguas superficiales, sobre todo los ríos, se aprovechan mediante embalses, canales y trasvases.

La construcción de un embalse, y hay casi 1400 en España, (14 en Granada) supone algunos beneficios indudables: asegura el suministro de agua durante todo el año, regula el flujo de agua impidiendo inundaciones y muchos se aprovechan para generar energía hidroeléctrica. Pero junto a estas ventajas surgen también varios incovenientes: son infraestructuras caras, a veces han desaparecido pueblos enteros, tierras fértiles, ecosistemas valiosos, …

Los canales de distribución, que en España suman unos 15.000 kms, son tuberías a cielo abierto, destinados al transporte del agua. Su principal problema son las fugas causadas por la antigüedad o el mal estado de muchos tramos. En España se halla el Canal Imperial de Aragón considerado uno de los más importantes de Europal y el Canal del Duero, entre otros.

Los trasvases están construídos para aumentar la capacidad de agua disponible en una cuenca cercana, puesto que son transferencias desde cuencas excedentarias a otras deficitarias. Estas infraestructuras suelen incluir descomunales obras de ingeniería. En España, en la actualidad funcionan 38, entre los que destaca el trasvase entre las cuencas del Tajo y del Segura. En Granada contamos con el trasvase del Río Trevélez a la Contraviesa – Albuñol, así como en la zona norte, entre los pantanos de Negratín y el Almanzora de Almería.

b.- Las aguas subterráneas o acuíferos se aprovechan mediante pozos y galerías para usos agrícolas, industriales y urbanos, sobre todo, en la España seca. Su utlización permanente no es viable, por lo que es necesario coordinar las extracciones con los recursos disponibles.



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c) Otros recursos hídricos, como el agua salada o depurada, se aprovechan en las áras con mayor escasez, como el litoral levantino peninsular y las Islas Baleares y Canarias.

Las plantas desalinizadoras obtienen agua dulce a partir del agua del mar o del agua salobre, subterránea o superficial. Se emplea para uso doméstico, industrial y agrícola. España ocupa el primer lugar en la UE en desalinización, con más de 700 plantas. Los principales problemas de esta técnica son el coste de las instalaciones, aunque con tendencia a reducirse, el alto consumo energético y la eliminación de la salmuera.

Las estaciones de regeneración de aguas residuales – ERAR – tratan el agua depurada para reutilizarla en usos que no requieren agua potable, como el riego agrícola y urbano, la industria, el mantenimiento de caudales fluviales mínimos, o la recarga de acuíferos. El principal problema son las reticencias de los regantes por miedo al rechazo de sus productos.

d.- Las obras para tratar los recursos hídricos son las plantas potabilizadoras, que tratan las aguas que se van a beber, y las plantas depuradoras, adonde van las aguas residuales para evitar que contaminen.


Por último, en este apartado de uso y aprovechamiento de los recursos hídricos, debemos mencionar la regulación, gestión y planificación de los recursos hídricos. Estos recursos se regulan por la ley de Aguas, que organiza su gestión y planificación.

Los planes hidrológicos de cuenca determinan los recursos, necesidades y obras de cada demarcación hidrográfica. El PHN o Plan Hidrólógico Nacional coordina los planes de las cuencas y diseña las actuaciones generales. Es elaborado por el Estado y sus objetivos se proponen cumplir la normativa europea (Directiva Marco del Agua).

Sus objetivos se pueden resumir del siguiente modo, y con ello terminamos:

Asegurar el suministro de agua a todo el territorio español.

Garantizar el uso racional del agua con el fin de asegurar su disponibilidad a largo plazo.

Paliar los efectos de las inundaciones y sequías mediante la planificación y las obras necesarias.









Fin. Pg  6    10/11/16.

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