Ud 3.- (1ª parte) La
diversidad hídrica, ...
Apartado
6 de Selectividad. Las aguas y la red hidrográfica:
Guión.
1.-
Introducción: la diversidad hídrica en España.
1.1.-
Los ríos peninsulares.
1.1.1.-
Los factores de la diversidad fluvial.
1.2.-
El agua de la España insular: Baleares y Canarias.
2.- Las
cuencas fluviales y las vertientes hidrográficas.
3.-
Los regímenes fluviales.
4.- Uso
y aprovechamiento de las aguas.
1.-
Introducción: La diversidad hídrica en España.
España cuenta con una destacada
diversidad hídrica, que incluye aguas superficiales y
subterráneas. Ambas pueden ser corrientes, como los ríos
y arroyos; o estancadas, como los lagos y humedales. La rama
de la geografía dedicada al estudio de las aguas es la hidrografía.
1.1.- Los ríos peninsulares.
Un río es una corriente
continua de agua que discurre por un cauce. En la Península, los
ríos desembocan habitualmente en el mar o en otros río, si se trata
de afluentes.
1.1.1.- Factores de la
diversidad fluvial.
Los ríos peninsulares están
condicionados por diversos factores que influyen en la organización
de cuencas y vertientes hidrográficas y en el caudal.
El relieve y la topografía
influyen en la organización de las cuencas y las vertienes
hidrográficas, que se separan por unidades de relieve. En la erosión
de los ríos, que aumenta con la inclinación del terreno. En el
régimen fluvial, dado que la altura determina la aportación o no de
la precipitación nival. Y en las obras hidraúlicas, como los
embalses, que se ven favorecidas por la topografía abrupta, aunque
por esta misma razón, su contrucción resulta cara.
El roquedo más o menos
permeable determina la escorrentía, es decir, la
circulación superficial o subterránea del agua.
El clima tiene una gran
influencia. Las precipitaciones determinan el caudal de los
ríos y sus variaciones a lo largo del año. Las temperaturas inciden
en la mayor o menor evaporación del agua.
La vegetación amionora
la evaporación al dar sombra; reduce la erosión al frenar la fuerza
del agua; y disminuye el riesgo de inundaciones, al retrasar la
incorporación del agua de precipitación al cauce fluvial.
La acción humana realiza
obras, como los embalses, para el abastecimiento de agua, el
suministro eléctrico y la regularidad del caudal, que modifican los
regímenes fluviales naturales adaptándolos a las necesidades
humanas.
1.2.- El agua en la España
insular: Baleares y Canarias.
Baleares
y Canarias carecen de ríos propiamente dichos. Poseen arroyos o
corrientes de agua de escaso caudal, alimentados por manantiales.
En Canarias, la sobreexplotación de los acuíferos ha supuesto que
apenas existan arroyos permanentes en la actualidad. Los torrentes
también son frecuentes en ambos archipiélagos.
2.- Las
cuencas fluviales y las vertientes hidrográficas.
a.- La cuenca fluvial es
el territorio que drena o evacúa sus aguas naturales a un río
principal que las conduce hasta el mar.
Las cuencas fluviales
peninsulares se caracterizan por estos rasgos:
Se encuentran separadas por
divisorias de aguas, formadas por las cumbres de relieves
montañosos que las delimitan. Estas cuencas son: cuencas del
Cantábrico, Galicia-Costa, Miño-Sil, Duero, Tajo, Guadiana,
Guadalquivir, Tinto-Odiel-Piedras, Guadalete-Barbate, cuencas
internas de Cataluña, Ebro, Júcar, Segura y cuenca mediterránea
andaluza.
Dentro de la cuenca, las aguas
circulan por un cauce o lecho y forman una red organizada
jerárquicamente, desde los subafluentes y los afluentes hasta
llegar al río principal.
b.- Una vertiente
hidrográfica es el conjunto de cuencas cuyas aguas vierten en el
mismo mar. En la Península existe una gran disimetría entre
las vertientes atlántica-cantábrica y mediterránea a causa de la
inclinación de la Meseta hacia el oeste a partir del sistema
Ibérico. Así, en la vertiente atlántica desemboca el 69% de los
ríos peninsularres, y en la mediterránea, el 31% restante.
Los ríos de la vertiente
cantábrica son cortos, ya que nacen en montañas cercanas
a la costa. Tienen gran fuerza erosiva, dado que salvan un
gran desnivel entre su nacimiento y su desembocadura. Esta
erosión sería aún mayor si las laderas de los relieves que
atraviesan no estuvieran protegidas por la vegetación. Los ríos
cantábricos son caudalosos y de régimen bastante regular
gracias a la abundancia y a la constancia de las precipitaciones.
Aprovechando estas circunstancias y la topografía abrupta, se han
construido pantanos destinados a la producción hidroeléctrica.
Los ríos de la vertiente
atlántica, excepto los de pequeñas cuencas gallegas y andaluza,
son largos, al nacer cerca del Mediterráneo y desembocar en
el Atlántico. Su fuerza erosiva es escasa, dado que discurren por
llanuras en las que apenas se hunden, pero forman barrancos en los
desniveles. Su caudal es abundante, dado que poseen numerosos
afluentes pero su régimen es irregular. Presentan estiaje
en verano coincidiendo con el mínimo de precipitación y crecidas
con las lluvias de otoño y primavera.
Los
ríos de la vertiente mediterránea, excepto el Ebro, son
cortos, dado que nacen en las montañas próximas al mar. Por
este motivo erosionan violentamente las laderas deforestadas. Su
caudal es escaso debido las reducidas precipitaciones y su régimen
en muy irregular. Presentan acusado estiaje en verano (muy
prolongado en los ríos más meridionales) y pueden sufrir crecidas
catastróficas en otoño originadas por lluvias torrenciales. Como
consecuencia, ha sido necesario construir embalses para regularizar
su caudal y suminitrar agua a los núcleos de población.
En la vertiente mediterránea
son también frecuentes los torrentes, cursos intermitentes
que solo llevan agua cuando llueve. Gran parte del año sus cauces
o ramblas permanecen secos.
3.- Los
regímenes fluviales.
Para entender el concepto de
régimen fluvial, previamente se debe explicar el de caudal. El
caudal es la cantidad de agua que pasa en un segundo por un
lugar dado del río. Se mide en m³/sg en estaciones de
aforo instaladas en diversos puntos de su curso. El caudal
relativo es la relación entre el caudal medio anual y la
superifice de la cuenca y se expresa en l/s/km². El caudal
experimenta variaciones.
A lo largo del recorrido del
río, el tramo con mayor caudal suele ser la desembocadura, donde se
acumulan las aportaciones de los diversos afluentes; excepto en los
casos donde hay fuerte evaporación, infiltración, o un elevado
consumo humano. En la Península, los ríos más caudalosos son el
Duero, el Ebro y el Tajo.
A lo largo del tiempo, el caudal
puede presentar irregularidad anual, con crecidas o estiajes, más
o menos acusados, e irregularidad interanual. En la Península,
los ríos más regulares son los de la vertiente cantábrica, y los
más irregulares, los de la vertiente mediterránea.
El régimen fluvial es
la variación estacional del caudal de un río. Depende de la
distribución de las precipitaciones y de la importancia de la
precipitación nival. En función de ambas se distinguen ríos con
régimen nival, pluvial o mixto.
Los ríos con régimen nival
nacen en la alta montaña, donde son frecuentes las nevadas. Su
caudal máximo se da en la primavera, con el deshielo; y el
mínimo en invierno, al quedar retenida la precipitación en forma
de nieve o de hielo en las altas montañas.
Los ríos con régimen pluvial
solo dependen de las precipitaciones. Por tanto, su caudal refleja
los máximos y los mínimos de estas en cada zona climática.
Los ríos con régimen mixto
pueden ser nivo-pluviales o pluvio-nivales, según predomina
la influencia de la nieve o de las precipitaciones.
d.- Uso
y aprovechamiento de las aguas.
Uso, consumo, demanda del
agua en España.
El consumo de agua en
España se ha incrementado considerablemente en los últimos cuarenta
años debido al incremento del número de Has en regadío, al
desarrollo industrial y urbano, al crecimiento de áreas turísticas
y a otros usos relacionados con los anteriores.
El uso del agua permite
diferenciar entre usos consuntivos o consumidores de agua y los
usos no consuntivos. Los usos consuntivos se reparten entre el
regadío agrario, los hogares, los sectores económicos ya citados y
explicados, con más detalle, a continuación. Los usos no
consuntivos del agua son la pesca, la acuicultura, la producción
hidroeléctrica, ocio naútico, etc.
La demanda de agua en
España, que supera los 30.000 Hm3, sitúa nuestro consumo de agua
por persona y día entre las tasas más altas del mundo (137
litros/habitante/día en 2012).. Se distribuye de la siguiente
manera.
a.- La agricultura, con
un 80%, aproximadamente, sobre el total, es el sector que consume más
agua, ya que la desigual distribución de las precipitaciones hace
necesario el regadío en muchos cultivos. Por CCAA es Andalucía la
que más agua de regadío consume, con un 24% del total español.
Gran parte de las obras hidraúlicas que hay en España, más de
1.300 pantanos, entre otras, se construyeron pensando en irrigar el
mayor número de tierras. La agricultura de regadío tiene como reto
ser más eficiente en el consumo de agua. Para ello se le recomienda,
generalizar el sistema de riego por goteo.
b.- El abastecimiento urbano
ocupa el segundo lugar con el 12% del total consumido. Se incluye en
este apartado tanto el consumo de los hogares como el de los
servicios urbanos, incluyendo las infraestructuras turísticas.
c.- La industria, que
ocupa el tercer lugar, consume un 6,5% del total. El agua en la
industria puede ser utilizada como refrigerante en las centrales
térmicas y nucleares, en la producción de hidroeléctricidad, etc.
Para finalizar, mencionar
también un uso ambiental y recreativo. Ríos, embalses y lagunas
ofrecen varias posibilidades de recreo.
Aprovechamiento de los
recursos hídricos.
Los recursos hídricos
son la cantidad de agua disponible para el consumo humano. En España
los recursos hídricos proceden sobre todo de las
precipitaciones, que alimentan las aguas superficiales (67%) y los
acuíferos (30%). Solo un pequeño porcentaje (3%) proviene de los
recursos no convencionales, como la desalación del agua y la
reutilización del agua depurada.
Del volumen total de las
precipitaciones sobre España (aprox. 345.000 Hm3 anuales), sólo
queda disponible un 32% debido a la fuerte evaporación,
y de este volumen se aprovecha menos de la mitad.
Aunque esta cantidad es todavía
superior a la demanda de agua, en nuestro balance hídrico
(diferencia entre el agua disponible y la que se consume) existe un
déficit anual, debido a una serie de problemas, que explicamos
brevemente a continuación:
a.- La irregular distribución
de los recursos, consecuencia directa de la variedad climática
del territorio español. Buena parte de los ríos españoles
presentan una fuerte irregularidad estacional e interanual y
una desigual distribución espacial. Este hecho determina la
presencia de cuencas con claros excedentes (Duero, Tajo, Norte y
Ebro), mientras que el déficit de agua se encuentran en las cuencas
del Guadaquivir, Sur, Segura y Baleares, donde se producen
restricciones de agua en los años secos.
b.- La irregular distribución
de la demanda, que se concentra en el área de mayor dinamismo
económico y demográfico: el arco mediterráneo, cuyos recursos son
escasos.
c.- La insuficiencia de los
embalses y las pérdidas de agua. Aunque España es ahora el páis
con más embalses del mundo por habitante, no terminanos de gestionar
adecuadamente este recurso. Así lo demuestran los más de 50.000
pozos ilegales, la pérdida de una quinta parte del agua urbana en
redes obsoletas, el hecho de que solo depuramos la mitad de las
aguas residuales urbanas, los vertidos industriales indiscriminados o
la desaparición del 60% de los humedales. Las redes de agua
españolas pierden el 35% de su contenido antes de llegar al grifo.
Pero el mayor despilfarro, sin duda alguna, se produce en la
agricultura, actividad que consume el 80% del total de agua consumida
en nuestro país, y en la que aún predomina el “riego a manta”
o por inundación.
El aprovechamiento de los
recursos hídricos requiere realizar obras hidraúlicas, es
decir, infraestructuras o instalaciones destinados a captarlos,
almacernarlos, transportarlos y tratarlos. En España, algunos
cuentan con una larga tradición histórica y otras son de desarrollo
reciente.
a.- Las aguas superficiales,
sobre todo los ríos, se aprovechan mediante embalses, canales y
trasvases.
La construcción de un embalse,
y hay casi 1400 en España, (14 en Granada) supone algunos beneficios
indudables: asegura el suministro de agua durante todo el año,
regula el flujo de agua impidiendo inundaciones y muchos se
aprovechan para generar energía hidroeléctrica. Pero junto a estas
ventajas surgen también varios incovenientes: son infraestructuras
caras, a veces han desaparecido pueblos enteros, tierras fértiles,
ecosistemas valiosos, …
Los canales de distribución,
que en España suman unos 15.000 kms, son tuberías a cielo abierto,
destinados al transporte del agua. Su principal problema son las
fugas causadas por la antigüedad o el mal estado de muchos tramos.
En España se halla el Canal Imperial de Aragón considerado uno de
los más importantes de Europal y el Canal del Duero, entre otros.
Los trasvases están
construídos para aumentar la capacidad de agua disponible en una
cuenca cercana, puesto que son transferencias desde cuencas
excedentarias a otras deficitarias. Estas infraestructuras suelen
incluir descomunales obras de ingeniería. En España, en la
actualidad funcionan 38, entre los que destaca el trasvase entre las
cuencas del Tajo y del Segura. En Granada contamos con el trasvase
del Río Trevélez a la Contraviesa – Albuñol, así como en la
zona norte, entre los pantanos de Negratín y el Almanzora de
Almería.
b.- Las aguas subterráneas o
acuíferos se aprovechan mediante pozos y galerías para usos
agrícolas, industriales y urbanos, sobre todo, en la España seca.
Su utlización permanente no es viable, por lo que es necesario
coordinar las extracciones con los recursos disponibles.
c)
Otros recursos hídricos, como el agua salada o depurada, se
aprovechan en las áras con mayor escasez, como el litoral levantino
peninsular y las Islas Baleares y Canarias.
Las
plantas desalinizadoras obtienen agua dulce a partir del agua
del mar o del agua salobre, subterránea o superficial. Se emplea
para uso doméstico, industrial y agrícola. España ocupa el primer
lugar en la UE en desalinización, con más de 700 plantas. Los
principales problemas de esta técnica son el coste de las
instalaciones, aunque con tendencia a reducirse, el alto consumo
energético y la eliminación de la salmuera.
Las
estaciones de regeneración de aguas residuales – ERAR –
tratan el agua depurada para reutilizarla en usos que no requieren
agua potable, como el riego agrícola y urbano, la industria, el
mantenimiento de caudales fluviales mínimos, o la recarga de
acuíferos. El principal problema son las reticencias de los regantes
por miedo al rechazo de sus productos.
d.-
Las obras para tratar los recursos hídricos son las plantas
potabilizadoras, que tratan las aguas que se van a beber, y las
plantas depuradoras, adonde van las aguas residuales para
evitar que contaminen.
Por
último, en este apartado de uso y aprovechamiento de los recursos
hídricos, debemos mencionar la regulación, gestión y planificación
de los recursos hídricos. Estos recursos se regulan por la ley de
Aguas, que organiza su gestión y planificación.
Los
planes hidrológicos de cuenca determinan los recursos,
necesidades y obras de cada demarcación hidrográfica. El PHN o
Plan Hidrólógico Nacional coordina los planes de las cuencas y
diseña las actuaciones generales. Es elaborado por el Estado y sus
objetivos se proponen cumplir la normativa europea (Directiva
Marco del Agua).
Sus
objetivos se pueden resumir del siguiente modo, y con ello
terminamos:
Asegurar
el suministro de agua a todo el territorio español.
Garantizar
el uso racional del agua con el fin de asegurar su disponibilidad a
largo plazo.
Paliar
los efectos de las inundaciones y sequías mediante la planificación
y las obras necesarias.
Fin. Pg
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