Guión.
I.- El concepto de ciudad.
II.- El proceso de urbanización en España.
1.- La urbanización preindustrial.
2. La ciudad industrial.
3.- La urbanización posindustrial.
III.- El sistema interurbano español.
1.- Los componentes del sistema urbano: las ciudades y las relaciones urbanas en el sistema de ciudades.
2.- La jerarquía urbana.
3.- La organización espacial del sistema urbano: los ejes urbanos.
4.- Los cambios recientes en el sistema de ciudades: la formación de los sistemas urbanos regionales.
Desarrollo del tema.
I.- El concepto de ciudad. Pg 329.
El concepto de ciudad es complejo
y resulta de la combinación de varios criterios:
Criterios cuantitativos o
estadísticos. En España el INE considera urbanos los municipios con
más de 10.000 habitantes. Pero este criterio por si solo es
incompleto, y por ello también debemos usar los criterios
cualitativos, los cuales definen la ciudad basándose en sus
características. Así, el criterio morfológico considera el aspecto
formal de la ciudad. El criterio funcional se basa en actividades
económicas urbanas. El criterio sociológico define la ciudad por
sus rasgos sociales y el espacial, se basa en la capacidad de la
ciudad de organizar el espacio, es decir, de ejercer influencia.
II.- El
proceso de urbanización. Pgs 330 – 334.
El proceso de urbanización es la
progresiva concentración en la ciudad de población, las actividades
económicas principales y las innovaciones, que posteriormente se
difunden hacia su entorno. En España se diferencian tres etapas en
este proceso: preindustrial, industrial y posindustrial.
II.1.- La urbanización
preindustrial.
Comprende desde el origen de las
ciudades hasta el inicio de la industrialización en el siglo XIX.
Cada época ha dejado su impronta en la configuración de la ciudad,
de tal manera que la actual está determinada por las sucesivas
adecuaciones de la urbe a cada momento histórico.
La tasa de urbanización, o
porcentaje de población urbana, era modesta (no superaba el 10%) y
se mantenía estable. El tamaño medio de las ciudades rondaba los
5.000 – 10.000 habitantes, y pocas llegaron a sobrepasar los 50.000
o 100.000.
Los factores que favorecían la
urbanización eran estratégico – militares (desde la ciudad se
controlaba el territorio), político – administrativo (era la sede
del poder político y la base para organizar el territorio);
económicos (controlaban los recursos del entorno y desarrollaban
actividades comerciales y artesanales); religiosos (era sede del
poder religioso); y culturales (albergaba los centros culturales y
educativos). En el ámbito espacial, el área urbanizada era reducida
y se diferenciaba claramente del espacio rural circundante, del que
solía separarse mediante una muralla.
Tras la etapa preurbana, las
primeras ciudades de la Península son de la época de la
colonización fenicia, púnica y griega (siglo VIII a.C.). Estos
pueblos de comerciantes fundaron una serie de factorías comerciales
a lo largo del litoral mediterráneo y suratlántico entre las que
destaca Cádiz, la primera ciudad de Occidente.
La romanización, iniciada
en el siglo III a.C., supuso la fundación de numerosas ciudades
(Barcelona, Tarragona, Mérida, Sevilla, etc). Los romanos utilizaron
la ciudad como vehículo de romanización. Sus funciones eran
político-militares (control del territorio), administrativas
(capitales provinciales) y económicas (explotación de recursos
minerales o agrarios próximos). Aportación romana fue la
implantación de un plano o trazado urbano de carácter geométrico
configurado a partir de dos ejes. La decadencia del poder romano y
las invasiones germánicas condujeron a una fase de desurbanización
a partir del siglo III.
En la Edad Media se produjo una
nueva fase urbanizadora, en dos espacios distintos:
El espacio musulmán: en
algunos casos estos fundaron ciudades nuevas (Madrid, Murcia,
Almería), pero la mayoría de las veces revitalizaron centros
anteriores como centros estratégicos. Lo más representativo de la
ciudad musulmana es su plano abigarrado, en el que destacan unas
cuantas calles transversales o radiales de trazado sinuoso, angosto,
quebrado. Con el avance de la Reconquista las ciudades pasaron a
dominio cristiano.
El espacio cristiano: a
partir del siglo X se expande con ciudades nuevas o con las
conquistadas a los musulmanes. En la Baja Edad Media la reactivación
del comercio favoreció a las ciudades situadas a lo largo de rutas
comerciales o de puertos, además de las situadas a lo largo del
Camino de Santiago. El paisaje urbano se caracterizaba por pequeños
recintos amurallados cuyas calles solían ser estrechas, y estar
bordeadas con pórticos y soportales.
En la Edad Moderna, la
urbanización experimentó vaivenes en función de la situación
demográfica, económica y política. En el siglo XVI hubo un
crecimiento urbano continuado, en el que destacaron Sevilla como
único puerto comercial con América y, Madrid, por ser elegida en
1563 como capital de España. Durante el siglo XVII, la urbanización
se estancó por la crisis demogŕafica y económica. En el siglo
XVIII el proceso se reanimó, creciendo sobre todo, Madrid y las
ciudades portuarias del Mediterráneo y del Cantábrico. Las ciudades
conocieron una remodelación de la trama viaria, se optó por una
mayor regularización; entre los elementos significativos destacan la
introducción de la plaza mayor y una mejora de los equipamientos en
general.
II.2.- La ciudad industrial.
Comprende desde el inicio de la
industrialización en el siglo XIX hasta la crisis económica de
1975. La tasa de urbanización experimentó un gran crecimiento, pues
el incremento de la población urbana superó al de la población
rural. Los factores que hicieron crecer estas ciudades fueron dos:
administrativos, desde la división provincial de 1833 que convirtió
a las 50 capitales de provincia en ciudades rectoras de su ámbitos
provinciales; y económico-sociales, por el nacimiento y el
desarrollo de la industria moderna, lo cual atrajo a población
campesina.
Los planes de ensanche son una de
las aportaciones más interesantes del urbanismo de esta época. Los
ensanches consistían en la yuxtaposición de un nuevo conjunto
urbano, de trazado ortogonal, a la ciudad ya consolidada. Con su
creación se pretendía facilitar la cronstrucción de nuevas
viviendas. Los ensanches eran zonas de calidad, destinadasa a la
burguesía, por lo que terminaron favoreciendo la segregación
social. Entre los ensanches destacan el de Madrid (Plan Castro) y el
de Barcelona (Plan Cerdá); en Granada este tipo de ensanche
equivalió a la creación de la Gran Vía.
En el ámbito espacial, las
grandes ciudades concentraron el crecimiento demográfico y se
extendieron en el espacio, constituyendo amplias periferias. Estas
llegaron a unirse con municipios vecinos, formando áreas
metropolitanas.
Será, principalmente, durante el
“Desarrollismo 1960 – 1975” cuando se produzcan el mayor
crecimiento urbano del siglo XX. El factor principal fue el
desarrollo de la industria, unido a un elevado crecimiento natural
(baby boom). Las principales áreas urbano-industriales fueron el
triángulo del nordeste, los ejes del Cantábrico, mediterráneo y
del Ebro, así como Madrid y su entorno. En menor medida, contribuyó
a la urbanización el desarrollo de las actividades terciarias, como
los servicios avanzados en las grandes metrópolis regionales; el
turismo en el litoral mediterráneo y canario; y los servicios
tradicionales en algunas capitales provinciales no industrializadas.
II.3.- La urbanización
postindustrial.
La crisis de 1975 introdujo
cambios en el proceso de urbanización, consolidados desde 1980,
dando paso a una nueva etapa conocida como urbanizacón
posindustrial, en el que ya el factor decisivo de la urbanización no
es la industria, sino el sector servicios.
En esta etapa la tasa de
urbanización desacelera su crecimiento, pero también porque su
porcentaje en la actualidad es muy elevado (79% en 2015). La
industria perdió peso porque la crisis de 1975 produjo
desindustrialización y declive en las ciudades afectadas. Las
actividades terciarias ganan relevancia como factor de urbanización,
especialmente en las grandes metrópolis, en las regiones turísticas;
y en las regiones menos dinámicas del interior, donde predomina un
sector terciario de baja cualificación.
En el ámbito espacial, se frena
la concentración del crecimiento demográfico en las grandes
ciudades, aunque estas siguen extendiendo su área urbanizada. La
razón es la difusión de parte de su población y de sus actividades
económicas hacia espacios que ofrecen suelos más abundante y barato
como las ciudades pequeñas y medias de municipios colindantes. El
resultado es la extensión del área urbanizada por espacios cada vez
más amplios. Este fenómeno conocido, como “dispersión de la
urbanización” o “urbanización difusa”, no significa una
pérdida de primacía de las grandes ciudades. Por el contrario,
estas incrementan su dominio, al mantener y concentrar las funciones
principales y controlar las instaladas en un espacio cicundante cada
vez mayor.
III.- El
sistema interurbano español. Pgs 359 – 366.
Las ciudades españolas
constituyen un sistema integrado por el conjunto de las ciudades y
las relaciones que establecen entre sí. En el espacio, el sistema
urbano dibuja redes compuestas por “nodos” (las ciudades) y
líneas (“los flujos que las relacionan”).
Las distintas ciudades que
componen el sistema se organizan jerárquicamente y conforman ejes
urbanos con diferente nivel de dinamismo y de integración. Estos
ejes, heredados de la época industrial, han experimentado cambios
desde la década de 1980 en relación con la implantación del estado
autonómico y la integración española en el contexto internacional.
III.- 1.- Los componentes del
sistema urbano.
El sistema urbano español está
constituído por un conjunto de ciudades interrelacionadas. Por
tanto se compone de unos elementos, las ciudades; y de las relaciones
que se establecen entre sí.
III.1.1.-
Las ciudades.
III.1.1.1. El tamaño de las
ciudades.
a.- El tamaño demográfico de las
ciudades se establece mediante la regla rango tamaño. Esta otorga a
cada ciudad un rango o número de orden en el sistema según el
tamaño de su población. En España:
Existen quince grandes
aglomeraciones urbanas, que superan los 500.000 habitantes. De ellas,
el área metropolitana de Madrid, con más de cinco millones, ocupa
el rango número 1 en el sistema. Le sigue el A.M de Barcelona, que
con más de tres millones, cuenta con un tamaño mayor que el
habitual para la segunda aglomeración de un sistema nacional, lo que
configura un sistema bipolar. A continuación, se sitúan cinco
aglomeraciones que superan los 800.000 habitantes: Valencia, Sevilla,
Bilbao, Málaga y Cudad Astur; y otras ocho con más de 500.000:
Alicante – Elche, Zaragoza, Bahía de Cádiz, Murcia, Granada, Las
Palmas de Gran Canaria, Vigo – Pontevedra y Palma de Mallorca.
Existe un elevado número de
aglomeraciones y ciudades medias entre 50.000 y 250.000 habitantes,
debido a la reciente difusión de población y actividades económicas
desde las grandes aglomeraciónes urbanas.
b.- La distribución territorial
de las ciudades peninsulares por su tamaño se caracteriza por la
localización en el centro peninsular de la mayor aglomeración
urbana, Madrid. Rodeándola se encuentran las principales
aglomeraciones urbanas, situadas en la periferia, y un espacio
interior poco urbanizado, donde predominan las ciuadades medias y
pequeñas.
III.1.1.2.-
Las funciones urbanas.
Las funciones urbanas son las
actividades socioeconómicas desempeñadas por las ciudades hacia el
exterior, no las encaminadas al servicio interno de la ciudad. Según
su función principal las ciudades pueden ser primarias, secundarias
o terciarias; aunque las grandes ciudades son multifuncionales y
desempeñan varias funciones simultáneamente.
a.- Las ciudades primarias están
especializadas en actividades del sector primario. Entre ellas se
encuentran las agrociudades andaluzas, manchegas, murcianas y
levantinas, como Almendralejo, Écija, Osuna, etc.
b.- Las ciudades secundarias, en
unos casos, están especializadas en la industria, implantada durante
la Primera Revolución Industrial (Avilés, Bilbao) o el
desarrollismo (Huelva, Valladolid, Zaragoza).
c.- Las actividades terciarias
están especializadas en los servicios, que son hoy las actividades
que mejor definen el rango y la influencia de una ciudad. Estos
servicios pueden ser empresariales, financieros, comerciales, de
transporte, administrativos, culturales, sanitarios, religiosos,
turísticos, etc. Ejemplos de ciudades muy terciarizadas son Madrid y
Palma.
III.1.1.3.- El área de
influencia urbana.
Las funciones desempeñadas hacia
el exterior convierten a las ciudades en lugares centrales, que
abastecen de bienes y servicios a un área más o menos extensa,
denominada área de influencia. La amplitud del área será mayor
cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas:
nacional, regional, subregional, comarcal o local. El alcance del áea
de influencia puede modificarse en función de los cambios económicos
y de la dotación de medios de transporte y comunicación.
III.1.2.-
Las relaciones urbanas en el sistema de ciudades.
Las ciudades de un sistema urbano
se relacionan entre sí. Estas relaciones se miden por los flujos o
intercambios económicos (mercancías, capitales, inversiones); de
personas; y de otros tipos (políticos, administrativos, culturales,
o de información). Cuando los flujos son unidireccionales, entre una
ciudad y otra, indican relaciones de dominio/subordinación; cuando
son bidireccionales, indican relaciones de integración/competencia.
En el sistema urbano español, las
relaciones entre las ciudades se caracterizan por estos rasgos:
a.- Las relaciones más intensas
corresponden a Madrid, que mantiene importantes flujos con las demás
metrópolis, especialmente con Barcelona. Barcelona tiene una
influencia general más débil, aunque intensa en el oriente
peninsular y Baleares. Y el cuadrante nordeste es el área de mayor
integración, pues sus cinco metrópolis principales mantienen
intensas relaciones (Madrid-Barcelona- Valencia-Bilbao-Zaragoza).
b.- En el resto del sistema, las
relaciones entre ciudades son más reducidas e incompletas.
Predominan los flujos de las ciudades con su zona rural o con
ciudades próximas. El área con mayor desconexión entre ciudades es
la que rodea a Portugal, excepto Galicia; en la submeseta sur existen
amplios espacios desconectados; en el Cantábrico, las relaciones se
debilitan hacia el oeste; y las relaciones entre las metrópolis
andaluzas y levantinas son poco intensas.
III.2.- La jerarquía urbana.
Las ciudades que componen el
sistema urbano se organizan jerárquicamente en función de su tamaño
demográfico, sus funciones, la extensión del área de influencia y
las relaciones que mantienen con los demás. En esta jerarquía se
distinguen cinco categorías:
a.- Las metrópolis nacionales son
las dos mayores áreas metropolitanas de España: Madrid y Barcelona.
Su población supera los tres millones de habitantes. Cuentan con las
funciones más diversificadas: concentran las sedes de las grandes
empresas nacionales y multinacionales y, por tanto, los centros de
decisión empresarial; poseen industrias de alta tecnología y
ofrecen servicios muy especializados (financieros, de gestión,
innovación, cultura y esparcimiento). Su área de influencia es
nacional y mantienen estrechas relaciones con otras metrópolis
internacionales, enlazando el sistema urbano español con el sistema
europeo y mundial.
b.- Las metrópolis regionales son
grandes áreas metropolitanas como Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga
y Zaragoza. Su población se encuentra entre un millón y 500.000
habitantes. Cuentan con funciones diversificadas industriales y
terciarias y ofrecen numerosos servicios especializados. Su área de
influencia es regional y mantienen intensas relaciones con las
metrópolis nacionales.
c.- Las metrópolis subregionales
o regionales de segundo orden son áreas metropolitanas de menor
tamaño, como Valladolid, Alicante, Córdoba o Granada. Tienen una
población entre 500.000 y 250.000. Cuentan también con funciones
bastante diversificadas y algunos servicios especializados
(Universidad), pero de influencia subregional, o regional en el caso
de comunidades autónomas uniprovinciales.
d.- Las ciudades medias son en su
mayoría capitales provinciales no incluídas en los apartados
anteriores. Su población oscila entre los 250.000 y 50.000
habitantes. Sus funciones son menos diversificadas y se centran en
servicios comerciales, administrativos y sociales de ámbito
provincial.
e.- Las ciudades pequeñas tienen
una población entre 50.000 y 10.000 habitantes, como Soria, Teruel,
etc. Sus funciones son reducidas y poco especializadas, aunque pueden
contar con algunos equipamientos de cierta especialización
(educativos y sanitarios). Son nodos de transporte para la comarca y
su área de influencia es, sobre todo, comarcal.
III.3.- La organización
espacial del sistema urbano: los ejes urbanos.
Las distintas categorías de
ciudades se distribuyen en el espacio formando agrupamiento o ejes
urbanos. El sistema urbano peninsular heredado de la etapa industrial
se caracteriza por la localización en el centro de la mayor
aglomeración urbana del país, Madrid, rodeada por ejes urbanos
periféricos y por un interior poco urbanizado, sin ejes integrados.
a.- Madrid, en el centro de la
Península, es el núcleo urbano principal de España. Cocentra
funciones terciarias avanzadas y mantiene relaciones con las ciudades
de las provincias limítrofes y con las principales ciudades
españolas.
b.- Los ejes urbanos periféricos
se disponen de forma semicircular en torno a la capital.
b.1.- El eje atlántico gallego se
extiende entre el Ferrol y Vigo. Está especializado en el comercio y
el transporte. Se relaciona con ciudades del interior gallego
(Ourense y Lugo) y trata de mejorar sus vinculaciones con Madrid y
con el eje cantábrico.
b.2.- El eje cantábrico es un eje
discontinuo que incluye el triángulo asturiano
(Oviedo-Gijón-Avilés); Santander; y el triángulo vasco
(Bilbao-Donostia o San Sebastián – Vitoria o Gasteiz). Se
encuentra en fase de ajuste, con progresiva pérdida de la
preeminencia de la industria madura e implantación de nuevas
actividades. Se relaciona con ciudades próximas del interior (León,
Burgos y Logroño) y trata de incrementar sus conexiones con otros
ejes: Asturias con Extremadura y Andalucía a través de la Ruta de
la Plata y el País Vasco con el Eje del Ebro.
b.3.- El eje mediterráneo
comprende desde Girona a Cartagena. Es el eje más dinámico, con una
industria muy diversificada y un fuerte peso del turismo. Conecta con
los ejes del Ebro (desde Tarragona); con Madrid (a través de Cuenca
y Albacete); y con Andalucía (a través de Granada), y con Baleares
(puertos de B y V).
b.4.- El eje del valle del Ebro,
entre Vitoria y Tarragona, tiene como ciudad principal a Zaragoza. Es
un eje dinámico, con equilibrio entre la industria y los servicios,
especialmente los relacionados con su posición de intermediación
(transporte, logística, distribución), dado que enlaza los ejes
cantábrico y mediterráneo. Además, mantiene importantes relaciones
con Madrid.
b.5.- El eje andaluz es doble. El
eje litoral, entre Almería y Huelva, es un eje dinámico
especializado en el turismo, el comercio, la agricultura tecnificada,
o las industrias básicas; y se relaciona con el eje mediterráneo.
El eje del valle del Guadalquivir, entre la costa atlántica y Jaén,
es un eje menos dinámico especializado en actividades agrarias,
industrias locales y turismo. Se relaciona con Madrid (a través de
Sevilla) y con el incipiente eje extremeño.
c.- El interior peninsular carece
de ejes urbanos integrados. Predominan las pequeñas ciudades
especializadas en actividades tradicionales, siendo las más
destacadas las capitales provinciales. No obstante, se están
constituyendo ejes incipientes a lo largo de las nuevas
infraestructuras de transporte, cuyas ciudades se benefician de la
difusión de actividades desde las grandes aglomeraciones. Es el caso
del eje Madrid-Albacete-Valencia/Alicante; del eje diagonal
Badajoz-Madrid-Zaragoza-Barcelona; y del eje Madrid-Valladolid-A
Coruña/Oviedo-Gijón.
En las islas Baleares y Canarias,
la formación de ejes urbanos se ve dificultada por las fragmentación
territorial en islas. Las relaciones con el sistema urbano peninsular
tienen lugar sobre todo con Madrid; y con Valencia y Barcelona en el
caso de las Baleares. Por su parte, las ciudades norteafricanas de
Ceuta y Melilla, especializadas en actividades terciarias, conectan
sobre todo con las ciudades andaluzas.
III.4.- Los cambios recientes
en el sistema urbano: la formación de los sistemas urbanos
regionales.
Desde la década de 1980, el
sistema urbano español está experimentando cambios. Las causas han
sido la implantación del sistema autonómico, que está favoreciendo
la creación de subsistemas regionales; y la integración en Europa y
en el proceso de globalización, que genera una creciente competencia
entre ciudades por ocupar las posiciones destacadas en los ejes
europeos y globales.
La implantación del estado de las
autonomías está favoreciendo la constitución de subsistemas
urbanos regionales. Se caracterizan por el incremento de las
capitales autonómicas y de las relaciones entre las ciudades de la
comunidad, en detrimento de las relaciones con Madrid y con otros
sistemas regionales. Estos subsistemas responden a diversas
tipologías:
a.- Sistemas monocéntricos
primados: una aglomeración urbana principal concetra la población y
las funciones regionales y faltan los niveles intermedios de
ciudades. En estos sistemas, las relaciones son unidireccionales y de
dependencia (Madrid, Aragón, Cantabria, Cataluña, Murcia y
Baleares).
b.- Sistemas monocéntricos
jerarquizados: una ciudad principal concentra la población y las
funciones regionales, pero existen varios niveles intermedios de
ciudades, entre los que se transmiten los flujos de manera
jerárquica (C. Valenciana y Andalucía Occidental, La Rioja,
Navarra).
c.- Sistemas policéntricos: dos o
más ciudades se reparten la población y las funciones regionales y
mantienen flujos bidireccionales entre sí y unidireccionales con
otras ciudades de menor rango (Galicia, Asturias, País Vasco, ambas
Castillas, Extremadura, Andalucía Oriental y Canarias)). Fin.
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